Hornear galletas es mucho más que mezclar ingredientes y esperar el resultado. Dentro del horno, una serie de reacciones químicas transforman la masa en una galleta con la textura, el color y el sabor perfectos. Comprender qué sucede en cada etapa del horneado nos permite ajustar procesos y mejorar nuestros resultados, convirtiendo cada lote en una oportunidad para perfeccionar la técnica

Cuando metes la masa al horno, comienzan a suceder varias reacciones químicas que transforman una simple mezcla de ingredientes en una galleta con textura, color y sabor.
Primero, entre los 28 y 33°C, la mantequilla se derrite y la masa se expande. Aquí se rompe la emulsión de la mantequilla, lo que significa que el agua que tenía atrapada se libera. A medida que la temperatura sube, esa agua se convierte en vapor y empieza a ejercer presión desde adentro. Como la harina en este tipo de masas tiene poco gluten, la estructura es débil y el vapor termina escapando, creando las grietas características de la superficie.

A los 62°C, las proteínas del huevo empiezan a coagularse, formando estructura y ayudando a que la galleta mantenga su forma. Al mismo tiempo, la masa empieza a perder humedad y a secarse.
Entre los 60 y 70°C, ocurre la gelatinización del almidón. Los gránulos de almidón, que en frío no pueden absorber agua, comienzan a hincharse y absorber líquido, aportando firmeza a la galleta.
Si hay polvos de hornear en la receta, en esta etapa ocurre su segunda reacción, liberando dióxido de carbono y ayudando a que la galleta gane volumen.
A los 154°C, entra en juego la reacción de Maillard, la responsable de que la galleta tome color dorado y adquiera ese aroma a horneado que indica que está casi lista.
Si la temperatura sigue subiendo, los azúcares comienzan a caramelizarse, intensificando el color, el aroma y el sabor de la galleta.
Cuando sacas la bandeja del horno, la grasa se solidifica de nuevo, los almidones terminan de estructurarse y la galleta se vuelve lo suficientemente firme para despegarla sin problemas. Una vez frías, están listas para comer.

Entender lo que sucede dentro del horno nos permite tener mayor control sobre el resultado final. Cada etapa, desde la expansión de la masa hasta la caramelización de los azúcares, define la textura, el color y el sabor de la galleta. Ajustar tiempos, temperaturas y técnicas puede marcar la diferencia entre una galleta común y una verdaderamente excepcional. Al final, hornear no es solo seguir una receta, sino conocer y dominar cada transformación para lograr el mejor resultado Espero esta info te ayude,
Con cariño,

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